Buda es una palabra
sánscrita que significa “el que despertó”. Éste es el término que se
le asigna al fundador del budismo. Él no era un dios ni era un profeta ni un
mesías. El Buda nació como un ser humano normal que, a través de su esfuerzo,
alcanzó un estado de perfecta sabiduría y completa sensibilidad hacia todo lo
que existe. Dicho en otras palabras, él despertó a su propio potencial y a la
naturaleza verdadera del mundo que le rodeaba.
A este estado tradicionalmente se le denomina “Iluminación” y es la esencia de la
enseñanza budista. Todas sus doctrinas y prácticas están hechas para ayudar al
ser humano, hombre o mujer, a llegar a su propio potencial de Iluminación.
Desde los tiempos del Buda muchos otros hombres y
mujeres también han alcanzado el estado de iluminación, sin embargo, el título
de “el Buda” se reserva generalmente para el pionero, Siddharta Gautama, el
hombre que descubrió el sendero a la iluminación y que indicó el camino para
que otros lo siguieran.
Buda aquél cuya mente ha alcanzado el despertar y que
puede ponerse, por tanto, más allá del samsara y fuera del sufrimiento. Buda es por
tanto todo ser que alcanza este bienaventurado estado; por eso nos referimos a Sidarta Gautama Sakiamuni como a un Buda más, aunque para
nosotros el más decisivo, puesto que es el que descubrió predicó y dio forma a
las enseñanzas de las que derivan las diferentes escuelas que hoy difunden y
mantienen el Darma.
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